Y Dios maldijo a Abram y a toda su descendencia . . . .

Dios prueba la lealtad de Abram, quién luego se llamaría Abraham,  ordenándole que mate a su único hijo entregándolo en sacrificio. Cuando está a punto de matar a su propio hijo el Ángel Gabriel se aparece diciéndole que no lo mate porque su amor y lealtad hacia Dios fue confirmada.

Pero Dios vio que Abram prevaleció su propio interés con Dios por sobre la vida de su propio y unico hijo. Entonces Dios maldijo a Abram y a toda su numerosa descendencia ya que de él sólo podrían salir traidores que estarían dispuesto a sacrificar a cualquiera por beneficio propio.

Así fue como le ordenó una tierra para su descendencia, la que sería más numerosa que las estrellas del cielo.

Pero el pueblo elegido por dios pasó penurias tras penurias, esclavizado y torturado.

Moises hizo vagar a su pueblo por el desierto durante 40 años de incertidumbre, y más penurias.

Siglos más tarde Jesucristo maldijo a todos sus fieles y seguidores, fue por eso la muerte trágica de todos sus discipulos, menos uno, y el sacrificio tortura y muerte de sus fieles entregados a los leones por los romanos, y a las distintas persecuciones posteriores que continuaron.

La maldición de jesucristo a sus seguidores fue porque ellos no lo seguian por amor sino por propio interés egoista e hipócrita. La persecución, tortura, sacrifício, y muerte, fue el castigo merecido no sólo a los primeros cristianos, que eran judíos, sino a todos ecuménicamente que se hicieran cristianos y que invocaran su nombre en beneficio propio, en perjuicio de otros.