El dios que presenta la religión, siempre se debe escribir con minúscula.
"El odio a dios, justifica el odio", ya que se debe odiar a la causa, y no al efecto.
El dios religioso es la causa del mal y del dolor.
El dios religioso se alimenta del amor que le pide a la gente, para devolverle a la misma gente el dolor que merece .
Todo lo que existe en nuestra realidad es inexorablemente funcional al mal.
El mal forma parte de la "creación" al punto que, en nuestra realidad no podría existir algo si no existiese el mal.
El mal es la fuerza opositora, y todo sistema incluye una fuerza que lo impulsa y a la vez una fuerza que lo frena. Es por eso que se debe alimentar permanentemente a la fuerza impulsora para ganarle a la fuerza opisitora que siempre está.
En el espacio parecería que no hay fuerza opositora ya que con un solo impulso una nave esta viajando sin oposición ya que no hay rizamiento, pero esto es un error de apreciación porque el mismo espacio es el mueve la nave, y es el mismo espacio que dio la fuerza original mediante su energía transformada por algún medio sea un cohete o cualquier otr fuerza.
No puede eliminarse la fuerza opositora que siempre esta presente oponiéndose a lo que se quiere, por eso resulta en algo negativo, o malo.
Los religiosos, como siempre mienten, la esperanza de eliminar el mal de nuestra realidad es imposible, no se puede hacer un paraiso en la tierra, como lo pretende la religión judía o musulmana. El programa del universo así lo obliga.
La ley del universo progeamado de Pardo es una realidad insoslayable.
El hombre está programado para ejecutar el Mal, cuya fuente es dios.
En la palabra de todos los profetas, aunque parezcan buenas, el Ma está en ellas.
Abrham dijo escuchar la palabra de dios que le prometía una enorme descendencia en la tierra prometida de leche y miel, pero su descendencia fue brualmente castigada, la tierra en donde brotarís leche y miel nunca existió, y la sagrada tierra prometida la siguen esperando desde hace más de 4000 años.
Los judios sólo recibieron dolor multiplicado en la descendencia, en donde hombres, mujeres, niños, y ancianos, están condenados por la palabra de dios al profeta Abraham.
